El tribunal que juzgó "cum laude" esta tesis estaba compuesto por los doctores: José María Jover Zamora, Carlos Seco Serrano, Gabriel Tortella, Juan Pablo Fusi y Ángel Bahamonde. El libro fue finalista del Premio Nacional de Historia de 1987.
Agotada la edición poco después de salir, este libro se encuentra en bibliotecas, y eventualmente en libreros de viejo, en Iberlibro y en Amazon. Pincha aqui.
Ante la demanda, que me consta todavía tiene, es posible que me anime a reeditarlo.
Algunas opiniones sobre el libro:
Carlos Seco Serrano:
"Ha sido necesario que pasaran muchos años para que un investigador honesto y minucioso volviese sobre el tema y sobre los papeles exhumados por la famosas Comisión Dictaminadora para que quedase definitivamente limpia la imágen de Don Alfonso: me refiero al benemérito estudio, inicialmente tesis doctoral, del profesor don Guillermo Gortázar, titulado Alfonso XIII, hombre de negocios".
Alfonso XIII en el centenario de su reinado, Madrid, Real Academia de la Historia, 2002, p.25.
Santos Juliá:
"Era lógico que el singular éxito de la reciente segunda restauración provocase la revisión de algunas de estas tesis sombrías, pero parece desmesurado pretender revisarlas todas y de golpe. Tal es, sin embargo, la tarea que desde las primeras páginas de su original y notable investigación anuncia con toda claridad Guillermo Gortázar"
Diario El País, Libros, 13 febrero 1987.
Javier Tusell:
"Recientemente se ha publicado un curioso libro, escrito por un joven investigador, que plantea una cuestión en apariencia anecdótica pero que no lo es tanto. La pregunta a la que Guillermo Gortázar quiere responder en su libro Alfonso XIII, hombre de negocios
es la del si el abuelo del actual Monarca español fue, como le acusaron los dirigentes republicanos, un personaje aprovechado y un negociante fraudulento que se benefició de su alta responsabilidad política para embolsarse crecidas cantidades a lo largo de su reinado.......
En definitiva, el abuelo del actual Rey de España no fue un ladrón. Tampoco fue una persona especialmente rica...."
El Periódico. Barcelona, 24 marzo 1987.
Gabriel Tortella:
“Por mucho amor que profese a su disciplina, el historiador económico se siente en ocasiones desalentado por el carácter híbrido de ésta. Para los economistas y su público, el estudio del pasado parece erudito e irrelevante; del lado de la Historia, el uso de las técnicas de la economía resulta pedante y árido.
El historiador económico se siente predicador en desierto, escuchado tan sólo por un pequeño número de colegas sobre bases de estricta reciprocidad y sin que su voz salga de ese círculo restringido. Por eso resulta tan alentador leer a Guillermo Gortázar: porque es un historiador a secas que lee y utiliza el trabajo de los historiadores de la economía.
Alfonso XIII, hombre de negocios
no es ni pretende ser historia económica, sino más bien historia social, muy en la línea del conocido libro de Arno J. Mayer, al cual se hace ya referencia en el título completo. Pero todo su planteamiento está basado en los recientes trabajos sobre la economía española en el primer tercio del siglo XX…. ...
La documentación que Gortázar ha encontrado en el Archivo del Palacio Real muestra varias cosas hasta ahora virtualmente ignoradas acerca de la fortuna privada del anterior rey de España: esta fortuna era considerable según los cánones de patrimonios privados de la época y el país, aunque modesta en comparación con las de otros monarcas europeos, y se acrecentó durante la vida del rey gracias a su buena administración.
En efecto, Alfonso fue, según nos muestra Gortázar, un inversor racional y sistemático, que compraba y vendía títulos tratando de maximizar los rendimientos, y que, con objeto de afinar la calidad de sus decisiones, leía cuidadosamente la prensa financiera (sobre todo la inglesa), se asesoraba ampliamente y confiaba la gestión diaria de sus asuntos financieros a los intendentes de la Real Casa. También queda claramente establecido que, juzgada con criterios de ética individual, la conducta del rey como hombre de negocios fue irreprochable.
Ahora bien, la conducta de Alfonso, como hombre acaudalado y extraordinariamente influyente que era, tenía un alcance que trascendía con mucho el puramente individual. Hay razones para pensar -y aquí radica en gran parte la importancia del libro de Gortázar- que la actividad inversora del rey fue un ejemplo para un amplio sector de la nobleza, propietaria entonces de una parte importante de la riqueza del país.
Fuese por seguir el ejemplo del monarca, fuese por otras razones (bien pudiera ser Alfonso quien hubiera seguido el ejemplo de ciertos aristócratas inversores), el caso es que un sector muy considerable de la nobleza de principios de siglo se comportó con arreglo a la lógica del capitalista e invirtió en los sectores industrial y comercial, que en esos años crecieron muy considerablemente.
En algún momento, por tanto, esta aristocracia parece haber abandonado la lógica del señor feudal apegado a su tierra o del propietario absentista sólo atento a sus rentas para invertirlas en gastos suntuarios, y haber adoptado los valores comerciales que tanto desprecio habían, según se dice, inspirado a sus antepasados.
Todo esto, según Gortázar, «contradice la extendida opinión acerca de la incapacidad de la nobleza para adaptarse a la nueva economía industrial, a la economía de mercado» y muestra que, muy al contrario, «la aristocracia no sólo se adaptó a la economía liberal, sino que protagonizó en buena medida la iniciativa privada y, consiguientemente, la modernización económica de aquellos años» (p. 232).
Y es que, contrariamente a la imagen tradicional de una España estancada y arcaica, «los especialistas en historia de la economía señalan que entre 1900 y 1930 España conoció un crecimiento económico sin precedentes». Pero como el país en 1900 era atrasado y agrario, la inversión había de venir de fuera o de la agricultura (salvo en Cataluña y el País Vasco).
Y vino de ambas partes, gracias a que los antiguos nobles terratenientes, «hasta entonces poco sensibles a las posibilidades de rentabilidad y seguridad que ofrecía la moderna inversión industrial y financiera….. participaron decididamente en las nuevas actividades económicas, lo cual significó la incorporación de un importante capital humano y de recursos» (ibidem).
Así, como había afirmado Arno J. Meyer para Europa en general, «frente a una idea tan generalizada como errónea, el liberalismo no desplazó a la nobleza de las instancias del poder político y económico». En España, como antes en Europa, «se formó una clase dirigente que fue en gran medida el resultado de la fusión, cooptación y asimilación de la élite burguesa por parte de la antigua nobleza» pag. 231.
La tesis del libro está sólidamente apoyada. La primera parte estudia detalladamente las inversiones del rey por sectores, los avatares de su fortuna y las repercusiones políticas de todo ello, especialmente en relación con la abdicación, y la campaña de opinión, acusaciones e investigaciones de que fueron objeto los negocios reales durante la II República.
La segunda parte, más breve e interpretativa, desarrolla las tesis que se han esbozado en los párrafos anteriores, con un capítulo sobre la modernización económica de España donde … la aristocracia y la Corona incluida, resultaron mucho más progresivas en el terreno económico de lo que hasta ahora se ha venido admitiendo, políticamente no fue así.
El crecimiento económico acentuó las tensiones sociales, pero la elite social en torno al rey se adaptó al juego político mucho peor que al económico: de ahí (simplificando mucho) sus repetidos fracasos, la ruptura de la paz social y el descenso a los infiernos de la guerra civil.
Lo anecdótico y lo personal atraen la atención inmediata con mayor fuera que lo analítico y lo teórico. La exculpación ética y penal (a mi ver incontrovertible) que el libro de Gortázar hace de los negocios de Alfonso XIII ha interesado más a los reseñadores que su interpretación general de la Historia del primer tercio del siglo xx español. Ciertos simpatizantes monárquicos han acogido alborozados la vindicación; la izquierda, por su parte, se ha mostrado recelosa y tacaña en sus elogios.....
En resumen, un libro innovador, pluridisciplinar, ambicioso y polémico. Muchas de sus tesis quedan en gran parte demostradas (en ciencia nada es definitivo). Otras (esperemos que las más interesantes y menos anecdóticas) darán lugar a debates y nuevas investigaciones.
En todo caso, este historiador económico se siente estimulado al ver cómo los trabajos de su disciplina sirven a los progresos de la investigación histórica sin adjetivos.”
Reseña publicada en Revista de historia económica, Año V, Otoño 1987, nº 3 pp. 639-642.
Julio Gil Pecharoman:
"El libro de Gortázar, basado en un exhaustivo trabajo académico, abre una nueva vía de debate, al estudiar la participación de la Corona en la actividad financiera e industrial, enmarcando a Alfonso XIII en una elite económica donde la nobleza tradicional jugaba un papel fundamental, Gortázar analiza las implicaciones del monarca en grupos de presión muy definidos y el impacto de sus actividades en la opinión pública"
Historia16, Madrid, enero de 1987.
Pedro Tedde de Lorca:
"No son frecuentes hoy en España los estudios de historia contemporánea centrados en un capítulo de actuaciones o en un periodo de la vida de un personaje. Guillermo Gortázar ha realizado una valiosa investigación de este tipo con el objeto preciso de conocer las empresas económicas particulares de Alfonso XIII a lo largo del periodo 1902-1931.
... Otro tópico extendido en círculos y escritos antimonárquicos -Blasco Ibáñez fue, en este sentido, un eficaz propagandista- se refieres al carácter especulativo o irregular de algunas de las actividades económicas privadas del Rey. Gortázar demuestra que estas acusaciones nunca se pudieron probar, incluso cuando, en plena etapa republicana, la conducta de Alfonso XIII fue oficialmente fiscalizada."
ABC, 21 de marzo de 1987.
Ángel Vivas:
"La Comisión dictaminadora de la República concluyó que no había pruebas inculpatorias contra el Rey. El gobierno republicano archivó ese dictamen que ahora ha sido exhumado por Guillermo Gortázar. "Lo importante de este asunto, -dice este- es que Alfonso XIII sale limpio a partir de fuentes republicanas y no palaciegas, ya que toda la información contable, que es la definitiva, procede de la comisión dictaminadora"....
Guillermo Gortázar no ha querido escribir un libro dirigido exclusivamente a especialistas. Quizás por la mima razón le interesa establecer algún paralelismo entre la situación de principio de siglo y la actual y termina con esta reflexión optimista: "La coyuntura actual es totalmente distinta. Entonces, el proyecto de europeización y modernización era algo minoritario y hoy es algo asumido por todos los sectores de la sociedad"
La Época,
Madrid, 12 de enero de 1987.
Jaime Peñafiel:
"No podemos hablar de la fortuna de la familia Real española sin referirnos a la obra de Guillermo Gortázar, Alfonso XIII,
hombre de negocios,
el más importante estudio sobre el tema, todo un documento de obligada lectura y referencia para conocer y hablar de las finanzas del abuelo del actual Rey de España."
El Independiente,
29 de agosto de 1987
Alfonso de la Serna.
"Exhortación a Historiadores.":
Tercera de ABC
"Guillermo Gortázar, un joven historiador, acaba de publicar un libro que sin duda va a dar que hablar: «Alfonso XIII, hombre de negocios».
Después de analizar minuciosamente la documentación inédita que se guarda en los archivos del Palacio Real, Ministerio de Hacienda, Banco de España, Cortes, más varios archivos privados y el Archivo Histórico Nacional, llega a la conclusión de que el Rey Alfonso XIll fue un hombre de negocios moderno y benéfico para su país un hombre que, a veces con alto riesgo para su fortuna privada -una fortuna legítimamente heredada y personalmente cuidada por él, pero infinitamente inferior a la de Monarcas europeos de su tiempo como los de Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, Países Bajos ... -, actuó no como un hombre sólo interesado en su provecho personal, sino como un verdadero estimulante y motor de amplios sectores de la economía nacional a cuya modernización contribuyó, así como a la renovación de las ideas y costumbres económicas de la aristocracia y las clases altas españolas a las que animó lúcidamente a ponerse al paso de las sociedades europeas de su tiempo.
Alfonso XIII, que no era terrateniente, que no poseía tierras él, -cuyos antepasados poseyeron el más vasto imperio territorial del mundo-, representó precisamente lo contrario del terrateniente tradicional, económicamente estático, y fue hombre con el sentido dinámico y creador de la economía moderna…..
Con una autoridad que yo no tengo, hace veinte años, el gran historiador catalán don Ramón d'Abadal se alzaba contra Lucien Febvre que había proclamado para el historiador la norma de «pas l'homme, jamais l'homme, les societés humaines, les groupes organisés». Y respondía d'Abadal que él proclamaba «el hombre, siempre el hombre; él, por sí mismo; él, dentro de las sociedades humanas, integrando los grupos que organiza, dirige y vivifica».
Tal vez entre la visión del viejo historiador inglés Thomas Carlyle, fascinado por sus "héroes", por las fuertes personalidades que determinan la evolución de la Humanidad y la visión de la «nouvelle histoire», sea posible encontrar una vía mediana en la que el entorno diverso de la geografía, la economía, la cultura, las estructuras sociales no oculte al hombre, centro mismo de la Historia.
Esta visión abarcadora de todo no podría olvidar ni siquiera la tradición viva de los pueblos, lo que Pierre Chaunu ha llamado la «memoria viva», la «historia-memoria» que impide el olvido de lo que no quedó en los sabios papeles.
Este simple ciudadano que, sin ser historiador, lee historia para intentar comprender el pasado de su país, entender el presente y avizorar el porvenir, se permite desde aquí exhortar a los historiadores, «guardianes de la memoria», a seguir su noble misión, hoy rejuvenecida, de buscar la verdad histórica, aclarar lo que nos ha pasado para que sepamos «lo que nos pasa».
Si lo hacen sin prejuicios ideológicos, sin simpatías ni antipatías previas, sin buscar en el pasado ningún arma para arrojársela al «otro», tal vez encuentren, como lo ha encontrado Gortázar entre cuentas y estadísticas, a un hombre, nada menos que a un hombre. Y la memoria seguirá estando viva."
Tercera de ABC, 2 de febrero de 1987.